Hay que intentar mantener el espíritu
de combate e impedir que la desesperanza nos venza y aunque sea de vez en
cuando hay que soltarse el pelo y ansiar unos momentos de felicidad.
Después de comprobar la climatología
y asegurarnos de que por lo menos no nos mojamos cogimos el Buga y nos fuimos a
Santoña,
Era el sábado de Carnaval y en
esta villa se celebra un juicio (Juicio en el fondo del mar), de lo más
curioso. Resulta que a un besugo se le ocurre prendarse de una sirena e irse “pa” Madrid sin
remordimiento, así que el papa de la
moza se enoja y como es el Rey de los mares les indaga y lo aprenden y con eso de que tienen prisión propia y no les pueden
desahuciar le enchirona
.
Como su hija no es la boba si no
la otra y no sabe si en la fuga presto consentimiento aunque no firmara en
la pensión para comerlo a besos, pues ya se sabe, a buscar más peces para
enturbiar el agua y de paso no imputar a la princesita por el que dirán.
De la defensa del reo por lo
visto se ha encargado un ilustre salvareo que dice que es abogado y el jurado está formado por mil peces engañados, pero como anda mal de
moneys lo va a tener crudo.
Si se hubiera implicado en Malaya o en el Gürter, en lugar de pretender fornicar sin ser Regidor a Organizador de
Eventos, pues enseguida le dan la “absolución”.
Así que no le queda más remedio que ponerse a tiro de anzuelo y fenecer.
Pero nosotros que no somos legos
y nuestro fin es superar la depresión sin tomar Prozac, Lexapro o Paxil,
decidimos pasarnos por Alberto y saborear unas anchoas con queso que ni el ex
presidente se las llevaba al Monarca.
Luego por la Villa engullimos un poquito de pulpo, unas rabas y de paso a
jugar a la Primi, a ver si nos toca y conseguimos que el jurado sea imparcial y
a cada uno con lo suyo y no con lo de los demás.
La verdad que se pasa “chupi
lerendi”, la gente disfrazada de peces y crustáceos como los que hay en la vida
real, pero sin corbata
Las plañideras de luto, las murgas revelando el engaño y los demás disfrutando
de una mañana en un pueblo marinero, que aunque está invadido por morroscos,
todavía le queda la alegría y el decoro de ser cántabro.
Dejamos la fiesta pues ya iba
siendo hora de cumplir con los cánones religiosos (mi Dueña) y nos fuimos a
Limpias a invocar al Cristo, bueno y a comernos un cocido montañés con arroz con leche y canela de postre por eso de lo afrodisíaco (no siempre cuaja). Que ese sí que hace milagros y te da fuerzas para superar la angustia pecadora por lo menos hasta que se te baje el hinchazón barriguilla, que no me lo quita la Endocrina cuando me consulte.
Entonces sí que me voy a enterar
de lo que son los portentos, solo con la charla que me va a pegar, me obliga a volver .al Santuario a pedirle al Crucifijo
que retire de mi esta tendencia hacia el puchero, que si no me condenan como al
besugo y me tengo que fugar con una sirenita de veintidós añitos y a lo mejor mi Seño se disgusta y mis
hijas me encausan .